Rómulo y Remo: los hermanos que, tras ser amamantados por una loba y guiados por el destino, fundaron la icónica Roma

La historia de Roma está impregnada de mitos fascinantes, y el relato de sus orígenes, con Rómulo y Remo como protagonistas, no es una excepción. La cultura romana, con su vasta colección de mitos y relatos asombrosos, ha dejado una huella imborrable en el mundo, convirtiendo a la actual capital italiana en un ícono del Mediterráneo. Hace más de tres milenios, Rómulo y Remo se convirtieron en los legendarios fundadores de Roma, y su origen está envuelto en características mitológicas asombrosas.

Según Britannica, Rómulo y Remo eran hijos de Rea Silvia y nietos de Húmitor, el rey de Alba Longa, una antigua ciudad clave en Italia. El hermano menor del rey usurpó el trono y obligó a Rea a mantenerse virgen para evitar que nacieran los verdaderos herederos. No obstante, según la tradición literaria, Marte, el dios romano de la guerra, embarazó a la princesa, lo que llevó al destierro de los hijos.

«Amulio ordenó que los bebés fueran ahogados en el río Tíber, pero la artesa en la que fueron colocados flotó río abajo y se detuvo en el lugar donde se erigiría la futura Roma...», menciona Britannica.

Los gemelos lograron sobrevivir al cruel destierro, aterrizando cerca del Ficus ruminalis, un higueral reconocido como un sitio sagrado. Allí, una loba y un pequeño pájaro carpintero los amamantaron para asegurar su supervivencia. Más tarde, un pastor llamado Fáustulo los encontró y los adoptó junto a su esposa.

En su juventud, los gemelos regresaron a Alba Longa, donde, como aventureros valientes, se vengaron asesinando a Amulio y devolviendo el trono a su abuelo. Luego, recordando el sitio donde la loba y el pájaro carpintero los habían auxiliado, decidieron fundar una ciudad.

Para determinar quién sería el fundador oficial de la ciudad, delimitaron una zona y acordaron que aquel a quien se le presentaran más buitres sería el elegido. Rómulo ganó y le dio a la ciudad el nombre de Roma. Comenzó a construir un muro, y cuando Remo, ansioso por formar parte de la naciente ciudad, lo saltó, enfureció a Rómulo, quien lo asesinó, quedando como el único fundador de Roma.

«Rómulo consolidó su poder, y la ciudad fue nombrada en su honor. Aumentó su población ofreciendo asilo a fugitivos y exiliados. Invitó a los vecinos sabinos a un festival y secuestró a sus mujeres. Las mujeres se casaron con sus captores e intervinieron para evitar que los sabinos tomaran la ciudad», señala Britannica.

Finalmente, Rómulo desapareció misteriosamente en una tormenta y comenzó a ser venerado como una deidad bajo el nombre de Quirino. Su legado, junto con el de Remo, es indeleble. A pesar de las explicaciones trágicas, violentas y legendarias de sus orígenes, Roma ahora representa una de las culturas más ricas de la historia.