El Ekeko Boliviano
enero 23, 2024
El Ekeko, conocido como Iqiqu en la lengua Aymara, surge como la amalgama sincrética del dios precolombino de la abundancia, la fertilidad y la alegría en la civilización Tiwanaku.
Según la leyenda, en 1781, el joven Isidro Choquehuanca obsequió una estatua del pequeño dios a su enamorada Paulita, quien trabajaba para Doña Josefa Úrsula de Rojas Foronda y Don Sebastián de Segurola en La Paz. Durante un cerco a la ciudad liderado por Tupac Katari, Paulita, mientras su novio servía en el ejército rebelde, llevaba en secreto comida a sus maestros, mostrándoles la estatua del dios de la abundancia de Tiahuanaco.
El cerco persistió, pero cuando el ejército español liberó La Paz, el Gobernador Don Sebastián de Segurola, agradecido, decidió honrar al pequeño dios precolombino. La feria que conmemoraba la fundación de la ciudad se trasladó al 24 de enero, donde los Ekekos se vendían o intercambiaban. Sin embargo, los españoles alteraron su apariencia, vistiéndolo y eliminando su atributo distintivo.
Esta transformación, sin embargo, no disminuyó la arraigada tradición. La liberación de la ciudad permitió la revitalización de las tradiciones indígenas a través de esta superstición optimista. Don Sebastián Segurola, sin pretenderlo, emitió un decreto que resonó en la época colonial y republicana. La feria perdura hoy en día en enero, donde el Ekeko, ahora vestido y sin su característica exuberancia, recibe ofrendas de cigarrillos, alcohol y pequeños objetos que simbolizan los deseos que se le piden al dios para que se cumplan, manteniendo viva esta tradición popular.
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